Qué es un stent cardíaco

Un stent cardíaco es un dispositivo en forma de maya cilíndrica que sirve para desobstruir las arterias y evitar que se produzcan —en pacientes sometidos a alguno de los tipos de cirugía cardíaca en los que se coloca uno anginas de pecho y/o infartos de miocardio. En cualquier caso, creemos interesante explicarte datos poco conocidos sobre qué es un stent cardíaco, sus tipos y qué afecciones, además de las coronarias, permiten resolver. Estos dispositivos se colocan mediante cateterismo, un procedimiento poco invasivo que ya resultará familiar a pacientes que hayan tenido que entender qué es una valvulopatía porque hayan sido tratados de una.

Tipos de stent

Solemos hablar a los pacientes de tres tipos de stents:

  • Stent convencional. Normalmente, son de acero o cromo-cobalto. Son los más simples y económicos y supusieron un gran avance en su momento, pues ayudaron a prolongar la vida de pacientes con mal pronóstico inmediato. Tienen el inconveniente de que existe un riesgo de una nueva obstrucción o reestenosis en el vaso donde se han colocado.
    Durante un mes es necesario administrar conjuntamente dos fármacos antiagregantes plaquetarios, para evitar que el stent se coagule (trombosis del stent).
  • Stent farmacoactivo. Recubierto con fármacos antiproliferativos. Proporciona el mismo soporte estructural que los convencionales, pero además liberan lentamente un fármaco que minimiza el riesgo de que puedan volver a obstruirse. Son más caros y suelen requerir tratamiento con dos antiagregantes plaquetarios durante un tiempo más prolongado.
  • Stents farmacoactivos bioabsorbibles. Similares a los anteriores, pero con la estructura compuesta por un material que, con el tiempo, se reabsorbe y desaparecen completamente de la pared de la arteria coronaria. Aunque ya se emplean en la práctica clínica, todavía tienen algunas limitaciones y, por el momento, solo se pueden utilizar en casos muy determinados.

    Qué es un stent cardiaco

Por qué se realiza el procedimiento

La mayoría de las veces que utilizamos un stent, lo hacemos para resolver un problema de vasos sanguíneos dañados o bloqueados, y casi siempre se trata de arterias. Sin embargo, también podemos aprovechar la estructura cilíndrica y la resistencia de los materiales, para resolver otros problemas, siempre utilizando la transfusión percutánea o cateterismo.

La lista de patologías y compromisos de la salud que podemos solucionar con un stent es la siguiente:

  • Cuando las arterias resultan estrechas o bloqueadas. A pesar de lo complejo que supone asegurar la fijación de un stent en grandes arterias, como sucede en la reparación del aneurisma aórtico, los resultados suelen ser muy satisfactorios.
  • Cardiopatía coronaria con angioplastia y colocación de stent en el corazón.
  • Arteriopatía periférica con angioplastia y reemplazo de stent en las arterias periféricas.
  • Estenosis de la arteria renal.
  • Aneurisma aórtico abdominal. El stent permite la reparación del aneurisma.
  • Arteriopatía carotídea (cirugía de arteria carótida).
  • Cuando se necesita mantener abierto un uréter bloqueado o dañado.
  • Tratamiento de otros aneurismas, incluyendo aneurismas aórticos torácicos
  • Mantener el flujo de la bilis en las vías biliares bloqueadas o estenosis biliar.
  • Ayuda con la respiración en algunos casos de obstrucción respiratoria.

Cómo se implanta un stent

Colocamos el stent mediante transfusión percutánea o cateterismo con un procedimiento sencillo de explicar, aunque debe llevarse a cabo con la colaboración de varios especialistas.

Los stents se implantan en el laboratorio de hemodinámica, una sala especializada con un potente equipo de radiología e importantes medidas de esterilización. No es exactamente un quirófano.

Tras la punción de una arteria, casi siempre radial o femoral, se colocan unos catéteres que llegan hasta el corazón o a los vasos que comunican con él y se introducen en el origen de las arterias coronarias (cateterismo cardiaco).

A través del catéter se inyecta una pequeña cantidad de contraste y, simultáneamente, se observa el paso del contraste por la arteria coronaria (coronariografía). De este modo podemos detectar y localizar la existencia de una o más lesiones coronarias. Si las lesiones existentes se consideran adecuadas, procedemos con la intervención para desobstruir la arteria, que se denomina intervención coronaria percutánea o angioplastia coronaria.

Como ves, hay una serie de pasos antes de comenzar con la colocación del stent propiamente dicha, que es lo que vamos a explicar a continuación.

Colocación del stent

La intervención consiste en cambiar los catéteres que utilizamos antes para realizar la angiografía por unos específicos y de mayor diámetro. Estos nuevos catéteres permiten, guiándonos por rayos X, pasar a través de ellos una guía metálica milimétrica que sobrepasa la obstrucción, un balón para dilatar la lesión y, finalmente, el stent.

Uno de los pasos más complejos suele ser conseguir atravesar la lesión con la guía y lograr que pase el balón de angioplastia hasta la lesión.

El balón es como una especie de globo, se puede hinchar a voluntad. Tras conseguir colocar el balón sobre el punto exacto de la lesión, este se hincha a alta presión para desobstruir: al inflar el balón, la zona con estenosis se dilata y mejora el flujo sanguíneo, pero la dilatación suele dañar la pared arterial con el riesgo de que pueda volver a obstruirse. Para evitarlo, tras realizar el inflado del balón, colocamos el stent coronario, como una especie de andamiaje capaz de sellar la lesión y minimizar el riesgo reoclusión.

En la mayoría de los casos, el paciente recibe el alta entre las 24 y las 48 horas posteriores al procedimiento.

Riesgos

Toda cirugía conlleva un riesgo. En el caso de la colocación de un stent cardíaco, las posibles complicaciones son las siguientes:

  • Reacción alérgica al medicamento empleado en el stent liberador de fármaco, al material del dispositivo (muy poco frecuente) o al medio de contraste radiográfico. Al estar en observación durante y tras la intervención, estamos preparados para actuar de inmediato ante un cuadro de anafilaxia.
  • Sangrado o coagulación en un área donde se introdujo el catéter.
  • Formación de un coágulo de sangre.
  • Coagulación del interior del stent (reestenosis de la endoprótesis).
  • Daño colateral a una válvula o vaso sanguíneo del corazón.
  • Ataque cardíaco.
  • Insuficiencia renal, con riesgo mayor en personas que ya tienen problemas renales.
  • Arritmias.
  • Accidente cerebrovascular (poco común).

La estancia de 24 a 48 horas ingresado tras la cirugía sirve para mantener al paciente en observación y percatarse de cualquier indicio de los posibles riesgos asociados al procedimiento.

Qué controles son necesarios para personas con stent cardíaco

Los controles a los pacientes buscan, en primer lugar y a corto plazo, evitar que el vaso intervenido sufra una trombosis. Para ello, los pacientes a los que se les ha colocado un stent deben seguir un tratamiento específico con doble antiagregación plaquetaria.

Al ser dado de alta, el paciente será debidamente informado sobre que el tratamiento se debe administrar de forma ininterrumpida, ya que su suspensión temporal puede tener consecuencias muy graves.

Los controles a largo plazo se realizan porque el stent no cura la enfermedad. La arteriosclerosis coronaria puede seguir evolucionando, por lo que es imprescindible ser muy estricto en las medidas preventivas, como evitar el tabaquismo, controlar de la presión arterial y la diabetes mellitus y reducir de las cifras de colesterol, incluso a niveles inferiores a los considerados normales. También introducimos en el estilo de vida del paciente el ejercicio físico moderado y el control del peso

Para los pacientes que llevan colocado un stent, es esencial el control rutinario por parte del cardiólogo.

 

Si hemos de explicar con rapidez qué es un stent cardíaco, diríamos que una malla metálica capaz de dilatar vasos con estenosis o bloqueo para restablecer la circulación sanguínea. El concepto es sencillo y se trata de una cirugía poco invasiva y con muy buen pronóstico, aunque requiere de la colaboración de varios especialistas para saber si es posible colocar este dispositivo con éxito. Después de la intervención, es necesario hacer seguimiento, uno a corto y medio plazo (para evitar trombos) y uno relacionado con una medicación permanente y un nuevo estilo de vida.

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