El reemplazo de válvulas dañadas por una cardiopatía congénita o una adquirida es una cirugía sencilla que ha logrado mejorar la calidad y la esperanza de vida de muchos pacientes en todo el mundo. Estos pacientes no deben preocuparse por listas de espera, donantes compatibles o el riesgo de rechazo, y el siguiente paso es intentar replicar este éxito con todo el órgano.
Hoy vamos a ver qué es un corazón artificial, quién puede beneficiarse de él y cómo, para después comentar en qué punto nos encontramos en cuanto avances y prototipos para llegar a poder fabricar corazones a medida y que cualquier paciente que precise uno pueda disponer de él tan pronto como haya superado las pruebas del preoperatorio.
¿Qué es un corazón artificial?
Un corazón artificial total es una bomba que se coloca en el pecho para reemplazar ventrículos y válvulas dañadas del corazón. De momento, se trata de un puente o paso intermedio entre la lista de espera y el trasplante, y se aplica a los pacientes con un estado de salud o una insuficiencia cardíaca especialmente severa.
Al colocar el corazón artificial, la sangre bombea normalmente, pero hay que tener en cuenta que, de momento, el dispositivo es demasiado grande como para permitir al paciente vivir sin alejarse del centro médico.
Entendamos el corazón artificial como una prótesis capaz de suplir el funcionamiento de todo un corazón dañado o de una parte. Es un mecanismo más avanzado que la circulación extracorpórea, donde el paciente debe estar encamado todo el tiempo.
El primer corazón artificial completamente implantable se colocó con éxito a un paciente en el año 2006.
¿Qué hace un corazón artificial?
Bombea la sangre en modo pulsátil, tal y como haría un corazón sano, mientras reemplaza los ventrículos del corazón, que son las cámaras inferiores, y las válvulas ubicadas en esos ventrículos. El ritmo es sinusal y con una frecuencia óptima en función de la actividad que esté realizando el paciente.
¿Cuánto tiempo se puede vivir con un corazón artificial?
La vida útil de un corazón artificial de los patentados en el año 2010 oscila entre 1 y 2 años y, gracias al uso de dos baterías, permite una autonomía de 4 horas. En la actualidad, se están produciendo modelos que pueden aguantar hasta 5 años, tiempo más que suficiente para que aparezca un donante.
Sin embargo, no siempre recomendamos recurrir al corazón artificial a los pacientes en lista de espera, pues la cirugía de implantación tiene sus propios riesgos, como cualquier otra, y porque de momento no podemos colocar un corazón artificial que evite la necesidad del trasplante.
Entonces, el seguimiento de los síntomas del paciente en lista de espera nos avisará cuando haya un empeoramiento que haga recomendable el corazón mecánico o biónico, siempre valorando riesgos y beneficios.
Corazón artificial o biónico, una alternativa a los trasplantes
El trasplante de corazón es una de las operaciones más delicadas dentro de la cardiología. Por un lado, hace falta que aparezca un donante en un intervalo de tiempo corto, el que va desde que un virus, un traumatismo o una arteriosclerosis dañan de manera irreparable el corazón, hasta al paciente le llega el turno en la lista. Los pacientes que necesiten un trasplante debido a la hipertrofia de su órgano vital pueden disponer de un poco más de tiempo.
Por otro lado, todo trasplante nos obliga a correr el riesgo de que aparezca un rechazo y, si todo sale bien, el paciente va a necesitar una medicación de por vida que no está exenta de efectos secundarios, a veces graves.
Animados por los excelentes resultados obtenidos desde hace tiempo con las válvulas artificiales, estamos realizando estudios e investigaciones para ver si llega un día en el que un corazón artificial, compuesto por materiales sintéticos, metálicos, biológicos o una mezcla, termine con las listas de espera y el riesgo de rechazo en todos los pacientes que sean candidatos a un trasplante. Sería una excelente noticia para quienes realizamos cirugías cardíacas, y aumentaría la esperanza de vida de pacientes a los que decidimos no poner en la lista de inmediato, por ese riesgo inherente al trasplante de un órgano.
Estamos hablando del futuro, no sabemos si inmediato o a medio plazo. En la actualidad, el fabricante Carmat ha conseguido producir corazones artificiales que pesan unos 4 kg y tienen una autonomía de 4 horas. Como es lógico, estos corazones artificiales están pensados como un paso intermedio entre el que ya utilizamos y el que podríamos colocar dentro de un paciente de manera indefinida o, al menos, durante muchos años, hasta que aparezca el donante ideal.
Recuerda que los corazones artificiales en la actualidad consisten siempre en una maquinaria con una bomba impulsora y dos cavidades separadas, que sustituyen a los ventrículos. Este sistema no es apto para todos los pacientes (por ejemplo, suele estar desaconsejado en mujeres por tener menor masa corporal y, en consecuencia, un corazón más pequeño). Además del tamaño similar al del órgano que van a suplir, incluyendo pacientes infantiles, todavía debemos resolver complicaciones propias de lo que sería la cirugía de colocación del aparato. No es tan sencillo como poner un marcapasos, por ejemplo.
El corazón es un músculo que bombea la sangre de modo pulsátil, debido a los movimientos de sístole y diástole. Sin embargo, es una estructura muy compleja desde el punto de vista estructural y de la mecánica de fluidos, no es fácil hacer un órgano suplente. Sin embargo, existen corazones artificiales totales que ofrecen un mayor tiempo de espera a los pacientes que necesitan un trasplante y presentan insuficiencias cardíacas severas. Hasta hace unas décadas, al explicar qué es un corazón artificial, debíamos hablar de grandes máquinas como las que realizan la circulación extracorpórea.
Llevamos tiempo trabajando para lograr crear un corazón artificial que evite el trasplante. Eso permitiría olvidarnos del riesgo de rechazo y de la medicación inmunosupresora. Mientras ese día llega, y tengamos un margen de maniobra tan amplio como con las válvulas artificiales, hemos de valorar pros y contras antes de recomendarle a un paciente que necesita un corazón de un donante que recurra a este método puente.