La estenosis aórtica severa suele presentarse como consecuencia de la evolución de un caso leve o moderado, muchas veces debida al propio envejecimiento y, otras, a no seguir las recomendaciones sobre hábitos de vida y medicación del cardiólogo. Se trata, por tanto, de uno de esos tipos de valvulopatías más frecuentes entre la población de edad avanzada que entre los recién nacidos, aunque debemos buscar siempre un correcto diagnóstico porque existen casos en niños.
La válvula aórtica comunica el corazón con la arteria aorta, punto de partida de la sangre oxigenada hacia los diferentes órganos. Toda estenosis implica un estrechamiento, en este caso concreto, de la apertura valvular, y eso se traduce en un rendimiento menor, con presencia habitual de soplo aórtico.
Los tipos de cirugías cardíacas reparadoras o de reemplazo disponibles para estos pacientes se ven reducidos en número a medida que la severidad pasa de moderada a grave. Por eso, en ocasiones, recomendamos la cirugía antes de llegar a este punto, en especial en pacientes jóvenes.
A medida que la válvula aórtica se estrecha, el ventrículo izquierdo del corazón tiene que esforzarse más para bombear sangre a través de la válvula, y los músculos de las paredes del ventrículo se engrosan. Esto puede llevar a que se presente dolor torácico.
Puesto que la presión continúa incrementándose, la sangre se puede represar en los pulmones. La estenosis aórtica grave puede limitar la cantidad de sangre que llega al cerebro y al resto del cuerpo.
Causas de la estenosis aórtica
La estenosis aórtica puede estar presente desde el nacimiento (congénita), aunque lo habitual es su desarrollo posterior (cardiopatía adquirida). Los niños con estenosis aórtica pueden tener otras afecciones congénitas.
Este problema surge, principalmente, debido a la acumulación de depósitos de calcio que estrechan la válvula a la vez que la vuelven rígida en algunas zonas, y esto es característico de personas mayores. Se estima que un 2 % de la población mayor de 65 años presenta estenosis aórtica en cierto grado.
Pero esta calcificación de la válvula sucede con más rapidez en personas que nacen con válvula bicúspide o aórtica anormal, así como en algunos pacientes que han recibido radioterapia (no es frecuente).
La otra causa habitual de estenosis aórtica es la fiebre reumática, asociada a infecciones estreptocócicas o escarlatina. Tras un episodio de fiebre reumática no tratado a tiempo, pueden aparecer lesiones valvulares inmediatas o manifestarse tras 5-10 años desde la infección. En países desarrollados se trata de una enfermedad poco frecuente gracias al uso correcto de antibióticos, y la mayoría de casos detectados son consecuencia de una falta de adherencia al tratamiento por parte del paciente, al suspenderlo antes de concluir el ciclo pautado.
Cuáles son los síntomas y cuándo consideramos que es la estenosis aórtica es severa
Los síntomas de una estenosis aórtica leve se parecen a los de otras valvulopatías e insuficiencias cardíacas, aunque a veces se diferencian por una cierta propensión a sufrir síncopes. Hablamos de cansancio con esfuerzos leves, niños que muestran poca actividad, a veces incluso de neonatos a los que da la impresión de costarles succionar el alimento.
Una vez la estenosis aórtica se encuentra más avanzada, los síntomas pasan a ser menos difusos:
- Insuficiencia cardíaca manifiesta.
- Dolor torácico que puede irradiar hacia el brazo o la mandíbula.
- Tos, habitualmente con sangre.
- Episodios recurrentes de fibrilación auricular y aleteo auricular, un tipo de arritmias cardiacas.
- Riesgo alto de formación de coágulos de sangre en el cerebro (accidente cerebrovascular), intestinos, riñones u otras áreas.
- Desmayos (síncopes), en los que el paciente pierde la consciencia de manera fulminante, muchas veces sin poderlo anticipar ni siquiera pocos segundos antes.
- Presión arterial alta en las arterias de los pulmones (hipertensión pulmonar).
Hablamos de estenosis severa cuando la ecocardiografía normal o la transesofágica arrojan valores de velocidad del flujo superior a 4 m/s, área valvular menor de 1 cm² y/o gradiente de presiones que supera los 40 mmHg.
Pruebas y exámenes para un correcto diagnóstico
Las pruebas necesarias para realizar un diagnóstico preciso son las siguientes:
- Ecocardiograma, para determinar qué válvulas se encuentran afectadas y como método diagnóstico de aproximación.
- Electrocardiograma ECG.
- Prueba de esfuerzo, si la solicita el cardiólogo.
- Cateterismo cardíaco izquierdo.
- Resonancia magnética nuclear (RMN) del corazón.
- Ecocardiografía transesofágica.
En cuanto al orden, el ecocardiograma y el ECG son las pruebas iniciales, pero, dependiendo de sus resultados, el especialista podría solicitar todas las demás o solo algunas. Pensemos que, por ejemplo, el cateterismo ofrece mucha más información que la ecocardiografía transesofágica, aunque también es más invasivo.
Tratamiento
La estenosis aórtica severa requiere de cirugía para sustituir la válvula calcificada por una artificial. En los casos leves, a veces se puede restablecer el correcto flujo sanguíneo con un cateterismo en el que se coloca un globo expansor, por ese motivo hay pacientes a los que operamos antes, sobre todo cuando son jóvenes.
Volviendo a la cirugía de reemplazo, no siempre es necesario recurrir a la cirugía a corazón abierto. Cada vez se realizan más cirugías de reemplazo de la válvula aórtica mínimamente invasivas, en las que se accede al corazón a través de pequeñas incisiones desde el tórax, con la ayuda de un equipo multidisciplinar.
Pronóstico
El pronóstico de los pacientes operados para resolver una estenosis aórtica severa depende de si esta cardiopatía es única o existen más zonas del corazón afectadas y de si se ha realizado la cirugía antes de alcanzar cierto daño sistémico.
Cuando la operación tiene lugar cuando el cardiólogo lo considera oportuno tras valorar riesgos y beneficios, el desenlace clínico suele ser favorable, a condición de que el paciente respete las pautas de su tratamiento farmacológico y estilo de vida.
La estenosis aórtica severa es más común en personas mayores y suele ser el resultado de la evolución de una valvulopatía adquirida, no congénita. Algunas enfermedades disparan el riesgo de sufrir estenosis aórtica.
El tratamiento es siempre quirúrgico, aunque a veces se puede proceder de manera mínimamente invasiva. En otras ocasiones, el cardiólogo puede considerar oportuna una cirugía con cateterismo cuando la válvula aún no se encuentra muy estrechada, sobre todo en pacientes jóvenes pero sintomáticos.