Válvulas artificiales del corazón

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Las cirugías de reparación o sustitución de una válvula son cada vez más frecuentes y menos peligrosas. La incidencia parece aumentar porque a los defectos de nacimiento en alguna válvula cardíaca, se le deben sumar los daños adquiridos, y estos aumentan al envejecer la población. Por eso, hoy en día no es raro conocer a gente que se ha sometido a una reparación de la válvula aórtica o de la mitral.

Las válvulas artificiales del corazón o prótesis mecánicas supusieron un gran avance en la cirugía reparadora cardíaca cuando la alternativa biológica, construidas a partir de tejido animal o humano, eran inviables. En la actualidad, las válvulas mecánicas y las bioválvulas ofrecen resultados similares, pues se sigue profundizando en la mejora de ambas, dependiendo la elección de uno u otro tipo de otros factores que vamos a ver a continuación.

¿Cómo funcionan las válvulas artificiales del corazón?

Le invitamos a repasar cuáles son las 4 válvulas del corazón y en qué se diferencian para entender por qué, pese a la preferencia actual por las bioválvulas, se siguen empleando también válvulas protésicas o artificiales. Insistimos en lo mucho que han avanzado, para no pensar en el diseño de válvula del modelo jaula-bola, desarrollada por Charles Hufnagel en 1947, que precisa de circulación extracorpórea y ni siquiera era una válvula específicamente diseñada para el corazón, aunque supuso un salto cualitativo en la cirugía de este órgano.

Con uno o varios discos de plástico o metal, las válvulas artificiales permiten un paso de la sangre sin retorno al ser atravesadas, por lo que solucionan problemas de disfunción valvular, a la vez que permiten suplir las válvulas que, por enfermedades congénitas, aparecen con malformaciones desde el momento del nacimiento del paciente (en realidad, desde antes).

válvulas artificiales del corazon

Los primeros modelos de válvulas artificiales “mecánicas” tendían a ser muy trombogénicos, es decir, el paciente operado necesitaba tomar anticoagulantes durante toda su vida. Por ese motivo se desarrollaron los modelos de flujo central, con una hemodinámica mucho más parecida a la fisiológica. Capaces de ofrecer un flujo de sangre casi laminar, los modelos de flujo central se siguen utilizando hoy en día y, pese a que siguen necesitando de anticoagulantes para evitar posibles trombos, su vida útil, de 20 o 30 años (incluso más), duplica la de los mejores modelos de válvulas biológicas. Es decir, en pacientes con una esperanza de vida importante, se suelen elegir las válvulas artificiales “mecánicas” para evitar cirugías de reemplazo.

¿Por qué se sustituye una válvula?

Cuando una o más válvulas cardíacas funcionan de manera anómala, bien por una malformación de nacimiento, bien por una disfunción adquirida (estenosis o insuficiencia), el corazón deberá realizar un sobreesfuerzo continuo. Como resultado, todo o parte del corazón aumentarán de tamaño, lo que afectará al funcionamiento global.

¿Qué tipos de válvulas existen?

  • Válvulas artificiales “mecánicas”. Confeccionadas íntegramente con materiales de origen no biológico: metal, plástico y/o carbón pirolítico.
  • Válvulas artificiales biológicas. El material biológico de este tipo de válvula puede proceder de un humano donante de órganos, de un animal o de células cultivadas en un laboratorio.

Esperanza de vida de una persona tras una cirugía de válvulas

La tasa de supervivencia a una cirugía reparadora o de reemplazo de una válvula cardíaca es muy elevada, en torno al 99 %. Una vez superado el posoperatorio, la esperanza de vida del paciente va a depender de qué válvula o válvulas han sido reemplazadas y el estado del corazón en el momento de la cirugía, junto con el hecho de si el paciente respeta o no el tratamiento farmacológico y el estilo de vida recomendado por su cardiólogo.

La necesidad de reemplazo de una válvula, biológica o artificial, no supone más que otra cirugía, es decir, cuando una válvula falla, sea la propia o una sustitutoria, se puede volver a operar antes de que el corazón se dañe, como si se tratara de la válvula original. Esto no sucede con todas las cirugías, por lo que la cirugía cardíaca valvular cuenta con una ventaja para los pacientes que deben ser operados siendo bebés, niños o personas muy jóvenes.

Además, insistimos en que la vida útil de una válvula de reemplazo es un valor medio; de hecho, los modelos más actuales de válvulas artificiales, las elaboradas con carbón pirolítico, soportan en teoría 80 años de uso en condiciones no estresantes.

Muchos pacientes con afecciones triviales o leves pueden llegar a morir a una edad avanzada sin que su problema cardíaco haya avanzado mucho, sobre todo hoy en día que hay fármacos que ayudan a reducir el sobreesfuerzo del corazón.

Sería, por tanto, poco prudente someter a cirugía —con los riesgos que conlleva— a pacientes que no presenten un compromiso vital importante y cuya evolución sea lenta o, incluso, no avance. Para estos pacientes lo importante es acudir a sus revisiones periódicas, que avisan en caso de avance de la disfunción. Cuando el beneficio compensa el riesgo asumido, pero la evolución es lenta, es cuando se plantea al paciente la posibilidad de operar o de esperar un poco más. Cuando un cirujano cardiólogo es contundente en su diagnóstico sobre la necesidad de cirugía a corto plazo, suele ser porque está ante una afectación en la que esperar para ver la evolución podría ser fatal.

 

Las válvulas mecánicas del corazón continúan en uso porque, pese a sus pequeños inconvenientes, ofrecen una vida útil de la válvula reemplazada superior a la de las válvulas biológicas.

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