Tratamiento de aneurisma cardiaco

Un aneurisma es un ensanchamiento anormal de las paredes de las arterias, lo que provoca arterias obstruidas. Aunque estas dilataciones anormales pueden aparecer en cualquier parte, son más frecuentes en la aorta abdominal. Los varones mayores de 60 años con factores de riesgo arterioscleróticos como la obesidad, la diabetes o el consumo de tabaco son los pacientes que con mayor frecuencia sufren esta lesión. Esta lesión aórtica puede ser tratada de diferentes formas, independientemente del lugar en el que se localice. En cualquier caso, el tratamiento suele conllevar un cambio en el estilo de vida del paciente y en la corrección de los factores de riesgo. No obstante, en muchas ocasiones es preciso intervenir quirúrgicamente al paciente, incluso siendo requerido, a veces, la reparación de la válvula aórtica.

Los diferentes tratamientos para un aneurisma cardiaco

Como ya se ha adelantado, el tratamiento del aneurisma cardiaco se aplicará independientemente del lugar en que se localice esta lesión aórtica. Los tratamientos que se pueden aplicar a los pacientes que sufren esta patología son los siguientes.

Tratamiento no farmacológico

El tratamiento del aneurisma aórtico se basa, en todo caso, en un cambio en el estilo de vida. Así pues, esta afección cardiaca suele estar agravada por hábitos de vida poco saludables como el consumo de tabaco, el sedentarismo, el sobrepeso o la obesidad.

En definitiva, lo habitual es que, independientemente de que también se paute un tratamiento farmacológico o incluso en el caso de que sea necesaria una intervención quirúrgica, el paciente con esta afección cardiaca deberá llevar un estilo de vida saludable, haciendo ejercicio moderado, evitando el alcohol, manteniendo unos buenos niveles de colesterol y controlando la tensión. Estos hábitos de vida saludables no reducirán el tamaño de la aorta ya dilatada, pero sí evitarán que el problema se agrave.

Por otro lado, el paciente deberá practicar algún deporte o ejercicio físico leve-moderado que no implique un sobreesfuerzo o picos de tensión. Todo esto ayudará a controlar los factores de riesgo cardiovascular y la arteriosclerosis aórtica.

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Tratamiento farmacológico

En ocasiones, también será necesario el tratamiento farmacológico para atajar esta patología cardiaca. De esta forma, los fármacos tendrán como finalidad reducir el estrés provocado por la presión de la sangre sobre la pared de la aorta, además de controlar y corregir los factores de riesgo cardiovascular.

En definitiva, los pacientes afectados por aneurisma aórtico recibirán el siguiente tratamiento farmacológico:

  • Antihipertensivos para reducir la presión arterial.
  • Betabloqueantes para reducir la contractilidad cardiaca.
  • Antiagregantes para reducir la agregación de plaquetas y reducir los niveles de colesterol.

En cualquier caso, se deberá tener en cuenta que no existe a día de hoy un tratamiento farmacológico específico para el aneurisma aórtico y que no está comprobado científicamente que estos fármacos sean eficaces para reducir el tamaño del aneurisma o para ralentizar el crecimiento de este.

Tratamiento quirúrgico de aneurisma cardiaco

Con la cirugía de aneurisma se pretenden prevenir las complicaciones de importante gravedad que podría sufrir el paciente, tales como la disección o la rotura de la aorta. No obstante, antes de llevar a cabo esta intervención quirúrgica, se deberá sopesar si el beneficio que aporta la intervención es mayor que las complicaciones que puede sufrir el paciente derivadas del propio aneurisma.

En general, el riesgo de sufrir complicaciones de importante gravedad es mayor cuanto mayor es el tamaño del aneurisma. De esta forma, la intervención quirúrgica se recomienda cuando el aneurisma tiene un tamaño superior a los 5,5 centímetros de diámetro. No obstante, esta regla no resulta de aplicación a los pacientes que, además de sufrir un aneurisma aórtico, padecen patologías como el Síndrome de Marfan u otras enfermedades que afectan al tejido conectivo. En estos casos, la intervención quirúrgica suele ser necesaria antes de que el aneurisma aórtico llegue a los 5,5 centímetros de diámetro.

  • Cirugía convencional o abierta: a través de esta intervención se recambia el segmento de aorta dilatado por una prótesis. Aunque este tipo de intervenciones son más complicadas o agresivas, son muy eficaces, ya que es muy habitual que el paciente vea solucionado su problema de por vida.
  • Cirugía endovascular: en esta intervención se utilizará una prótesis. En este caso, la prótesis se introducirá plegada en un catéter a través de la arteria femoral hasta el lugar en el que está localizado el aneurisma. Una vez allí, la prótesis se coloca por encima y por debajo de esta lesión cardiaca, lo cual elimina el riesgo de rotura de la arteria aorta. Este tipo de intervenciones son menos agresivas que la cirugía convencional o abierta, si bien es cierto que no solucionan esta afección de por vida, lo que hace posible que el paciente acabe necesitando otras operaciones a lo largo de los años.
  • Cirugía híbrida: esta nueva intervención combina la cirugía convencional con la endovascular, consiguiendo mejores resultados con una operación menos agresiva y con muchas menos complicaciones.

Dependiendo de las características de cada paciente, estará indicada una intervención u otra. Así, se tendrán en cuenta la edad o las patologías previas del paciente para determinar el tipo de operación que precisa su aneurisma. También, se tendrán en cuenta las características del propio aneurisma como su tamaño, su localización o cómo se relaciona con las estructuras adyacentes.

En cualquier caso, a la hora de intervenir quirúrgicamente un aneurisma aórtico, es fundamental contar con un equipo multidisciplinar integrado por varios médicos especialistas que cuenten con experiencia en este tipo de patologías y que puedan recomendar el mejor tratamiento para cada paciente en función de sus características personales y de las características de su enfermedad.

En definitiva, el tratamiento de aneurisma cardiaco deberá estar completamente personalizado, siendo muchas veces multidisciplinar, de forma que se maximicen las posibilidades de supervivencia del paciente y se mejore su calidad de vida.

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