Insuficiencia mitral leve: síntomas

La insuficiencia mitral es una de las formas más comunes de cardiopatía valvular. En muchos casos, se trata de una insuficiencia mitral leve sin síntomas, lo que no evita que la mayoría de los pacientes con ese diagnóstico tiendan a preocuparse más de la cuenta.

Para ellos, hemos elaborado este artículo informativo, en el que explicaremos por qué una insuficiencia mitral leve, a pesar de ser una afección del corazón, no debe convertirse en una fijación permanente para el paciente que la sufre.

De hecho, adelantamos que la mayoría de las personas que sufren una insuficiencia mitral llevan una vida prácticamente normal, sin necesidad de tener que someterse a tratamiento quirúrgico.

Qué es la insuficiencia mitral leve

Antes de entender qué es una insuficiencia mitral leve, es preciso conocer qué se entiende médicamente por insuficiencia mitral. La válvula mitral, una de las cuatro válvulas del corazón, controla el flujo de sangre entre la aurícula izquierda y el ventrículo izquierdo.

Insuficiencia mitral leve

La válvula mitral se abre para permitir que la sangre fluya hacia el ventrículo izquierdo y luego se cierra para impedir que la sangre vuelva a la aurícula izquierda.

Cuando existe una insuficiencia mitral, lo que ocurre es que las dos aletas de la válvula mitral, denominadas valvas, no se cierran herméticamente. Es decir, existe cierto grado de comunicación entre la aurícula y el ventrículo. La consecuencia es que puede haber trasvases de sangre indeseados entre esas dos cavidades cardíacas.

Cuando los defectos de las valvas son de carácter grave, también puede ocurrir que la sangre fluya en la dirección contraria a la normal. O sea, en vez de fluir desde la aurícula izquierda al ventrículo derecho, lo hace al revés. En este caso, la afección pasa a denominarse regurgitación mitral o incompetencia mitral.

Por el contrario, cuando el defecto de cierre de la válvula mitral no reviste especial gravedad, se habla de insuficiencia mitral leve, insuficiencia mitral ligera o insuficiencia mitral mínima.

Insuficiencia mitral leve: sus síntomas

Lo más habitual es que el paciente afectado por una insuficiencia de la válvula mitral leve no experimente síntomas, aunque en algunos casos pueden presentarse palpitaciones cardíacas o sensación de falta de aire.

Y dado que las insuficiencias mitrales leves se presentan casi siempre sin síntomas perceptibles, el diagnóstico suele ser fortuito; el defecto de la válvula mitral se detecta en una revisión cardiológica de rutina o durante el transcurso de pruebas médicas cuyo fin es el diagnóstico de otras enfermedades.

En caso de una insuficiencia mitral de carácter moderado o grave, pueden presentarse estos síntomas:

  • Fatiga cuando el afectado realiza esfuerzos mínimos (como caminar lentamente) e incluso cuando se encuentra en estado de reposo.

  • Edema pulmonar (acumulación de líquido en los pulmones).
  • Hinchazón de las extremidades inferiores, especialmente en la zona de los pies.
  • Arritmias cardíacas.

Tratamiento de la insuficiencia mitral leve

Una vez diagnosticado un defecto leve de la válvula mitral, es imprescindible que el paciente afectado se someta a una revisión cardiológica integral, en función de la cual el cardiólogo prescribirá el tratamiento.

En este sentido, la buena noticia es que en la mayoría de los casos solo se requiere que el paciente afectado por una insuficiencia mitral leve se someta a controles y revisiones cardiológicas periódicas. Además, la insuficiencia mitral de carácter moderado e incluso grave puede controlarse mediante:

  • Tratamientos farmacológicos que reducen los síntomas y minimizan el riesgo de que se produzcan complicaciones derivadas de la insuficiencia.
  • Una alimentación equilibrada y saludable, evitando especialmente el consumo de sustancias susceptibles de provocar otros trastornos cardiovasculares, como las grasas saturadas o la sal.
  • La práctica habitual de ejercicio ligero, como caminar a buen ritmo, pasear en bicicleta o practicar natación recreativa.
  • El abandono total del hábito tabáquico.
  • La moderación en el consumo de bebidas alcohólicas. Sobre todo, deben evitarse los licores destilados (whisky, ginebra, orujo, etc.). El consumo de una copa diaria de vino o cerveza se considera una práctica cardiosaludable.
  • La abstención total de las drogas, ya que todas ellas son susceptibles de provocar trastornos cardíacos y de empeorar los ya existentes.

En los casos de insuficiencia mitral de carácter grave que cursan con regurgitación, otra opción de tratamiento es la reparación de la válvula mitral. En este sentido, tampoco hay que alarmarse: se calcula que solo uno de cada diez pacientes que presenta regurgitación mitral precisa de un tratamiento reparador quirúrgico.

¿Puede una insuficiencia mitral leve evolucionar a peor?

Cualquier grado de valvulopatía puede tender a empeorar con el tiempo, pero en muchos casos esto no sucede.  Cuando ocurre, se trata de un proceso muy lento y progresivo que puede prolongarse durante décadas.

Insuficiencia mitral leve

En cualquier caso, los controles cardiológicos que se efectúan periódicamente a los pacientes afectados detectan con suficiente antelación cualquier indicio de empeoramiento. Si así ocurre, el cardiólogo puede optar por aplicar un tratamiento farmacológico adicional.

Cómo actuar cuando se está diagnosticado de insuficiencia mitral leve sin síntomas y estos comienzan a hacer acto de presencia

El protocolo de actuación es el mismo que el que se aplica en caso de que se esté diagnosticado de cualquier otro tipo de cardiopatía o de que una persona refiera síntomas indicativos de un trastorno cardiovascular.

Por leve que sea el trastorno, hablamos de una disfunción que afecta directamente al corazón. Por tanto, la decisión prudente es acudir de inmediato al cardiólogo que supervisa el tratamiento o controla la evolución de la afección. Y si no es posible hacerlo, los servicios hospitalarios de urgencias son la primera opción.

 

Finalizamos diciendo que la insuficiencia mitral leve y sus síntomas no deben ser motivo de excesiva preocupación para aquellos pacientes que han sido diagnosticados y se someten a los correspondientes controles cardiológicos, independientemente de que deban seguir o no un tratamiento específico para ello.

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