Cardiopatía isquémica aguda

Una de las principales enfermedades cardiovasculares es la cardiopatía isquémica aguda (CIA): este trastorno se caracteriza porque el flujo de sangre y oxígeno aportado al corazón se reduce o se interrumpe, debido a la obstrucción de una o más arterias coronarias, las encargadas de transportar la sangre al músculo cardíaco.

Causas

La causa más frecuente de la cardiopatía isquémica aguda es la aterosclerosis, un mal que se caracteriza por el progresivo endurecimiento y estrechamiento de las arterias. El fenómeno es el resultado de la acumulación de placas de sustancias grasas y sólidas en las paredes de las arterias.

Esas placas pueden ser de tal envergadura que obstruyan o bloqueen el paso de la sangre hacia el corazón. También pueden fraccionarse y reagruparse, formando tapones en el interior de las arterias.

Otras causas de fondo pueden ser:

  • La hipertensión arterial, que aumenta la presión sobre las paredes de las arterias y favorece la formación de placas.
  • La diabetes, que altera el metabolismo de la glucosa y los lípidos, provocando inflamación y daño vascular.
  • El tabaquismo, que deteriora el endotelio (la capa interna de las arterias), un factor de riesgo para la formación de depósitos y coágulos.
  • La obesidad, que aumenta la resistencia a la insulina y el nivel de colesterol en sangre.
  • El estrés, que libera hormonas que elevan la presión arterial y la frecuencia cardíaca.
  • La edad, el sexo y la genética, que influyen en la predisposición a desarrollar aterosclerosis.

Síntomas

El síntoma más característico es la angina de pecho, caracterizada por la aparición de un dolor torácico fuerte que se irradia hacia zonas adyacentes. Ese dolor suele durar entre 5 y 15 minutos y se desencadena o se agrava con el esfuerzo físico, el estrés emocional, el frío y la ingesta de alimentos.

La angina de pecho se alivia mediante la administración de nitroglicerina, el ingrediente principal de los conocidos comprimidos cuya denominación comercial es Cafinitrina.

Otros síntomas que pueden acompañar al dolor torácico son:

  • Disnea (dificultad para respirar).
  • Palpitaciones y taquicardias.
  • Sudoración en frío.
  • Náusea o vómitos.
  • Mareos, vahídos y desmayos.
  • Cansancio, fatiga o sensación de debilidad.

En algunos casos, la cardiopatía isquémica aguda puede estar presente sin que existan síntomas apreciables. Esto ocurre con más frecuencia en personas diabéticas o ancianas.

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Diagnóstico

El diagnóstico de la cardiopatía isquémica aguda se basa en la evaluación de los síntomas, los antecedentes médicos personales y familiares, el examen físico y las siguientes pruebas:

  • El electrocardiograma (ECG), que registra la actividad eléctrica del corazón y puede detectar alteraciones en el ritmo, la frecuencia o la conducción cardíaca, así como signos de isquemia o infarto.
  • Los análisis de sangre, que miden los niveles de ciertas enzimas cardíacas, caso de la troponina o de la creatina quinasa, que se liberan al sufrir daño el músculo cardíaco.
  • La ecocardiografía, que utiliza ultrasonidos para obtener imágenes del corazón y medir su tamaño, forma, grosor y contracción. Esta prueba también permite detectar anomalías estructurales o funcionales del corazón, caso de la dilatación, la hipertrofia, el deterioro de la contractilidad o la insuficiencia valvular.
  • La angiografía coronaria, que consiste en introducir un catéter por una arteria periférica hasta llegar al corazón. Esto permite visualizar el estado de las arterias coronarias y la localización y el grado de las estenosis (estrechamientos) u oclusiones que causan la cardiopatía isquémica aguda.
  • La prueba de esfuerzo, una práctica de ejercicio físico controlado en la que se monitoriza la frecuencia y la calidad del ritmo cardíaco, así como la presión arterial. Esta prueba permite evaluar la capacidad funcional del corazón y la presencia de anginas o arritmias inducidas por el esfuerzo.

Tratamiento de la cardiopatía isquémica aguda

El tratamiento de la cardiopatía isquémica aguda tiene tres objetivos principales: aliviar los síntomas, prevenir posibles complicaciones y evitar que el músculo cardíaco resulte irreversiblemente dañado.

Tratamiento farmacológico

Basado en la administración de uno o varios de los siguientes medicamentos:

  • Antianginosos: alivian el dolor torácico, al facilitar el flujo de sangre y oxígeno al corazón. Los más usados son los nitratos, los betabloqueantes y los calcioantagonistas.
  • Antiagregantes plaquetarios: previenen la formación de coágulos obstructivos, al inhibir la agregación de las plaquetas. El más usado es el ácido acetilsalicílico, que se recomienda tomar de forma indefinida y a dosis bajas. Otros antiagregantes son el clopidogrel, el prasugrel o el ticagrelor.
  • Anticoagulantes específicos: el más habitual es la heparina, que se administra por vía intravenosa o subcutánea en casos de angina inestable o infarto agudo de miocardio. Otros anticoagulantes específicos son la warfarina, el dabigatrán, el rivaroxabán o el apixabán.
  • Hipolipemiantes: reducen los niveles de colesterol y triglicéridos en sangre, evitando la progresión de la aterosclerosis.

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Tratamientos quirúrgicos

Las opciones son:

  • Angioplastia: consiste en introducir un catéter a través de un vaso sanguíneo del brazo o la ingle, conduciéndolo hasta el corazón. El catéter tiene un pequeño globo en su extremo, que se infla en el lugar de la obstrucción para deshacer la placa y/o ensanchar la arteria.
  • Colocación de stents: si lo anterior no es suficiente, la solución pasa por la colocación de stents en las arterias obstruidas, también mediante un procedimiento de cateterismo. Los stents son unos dispositivos metálicos que ensanchan la arteria obstruida e impiden que se vuelva a estrechar.
  • Cirugía de bypass: se trata de una operación a corazón abierto en la que se “puentean” las obstrucciones arteriales. Para ello, se emplean fracciones de arterias que normalmente proceden de las extremidades inferiores del paciente.

Obviamente, los dos primeros procedimientos quirúrgicos son menos invasivos y exigen un menor tiempo de recuperación que las operaciones de bypass.

En cualquier caso, la elección del tipo de tratamiento corresponde al cardiólogo, que decidirá cuál es la opción más adecuada en cada caso.

Finalmente, si precisas más información más precisa acerca de la cardiopatía isquémica aguda y de las distintas alternativas terapéuticas, contáctanos. En la unidad de cardiología del Hospital Universitario la Paz analizaremos tu caso y adoptaremos la línea de tratamiento que, con la máxima efectividad, resulte menos invasiva.

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